Luis Mendoza, la luz de una generación

Luis Mendoza, la luz de una generación

Cuando decimos que Luis Mendoza ha sido el mejor futbolista venezolano de todas las épocas, siempre agregamos que el fútbol, como tantas cosas en la vida es de generaciones, y para quien ahora escribe, y para los hombres de nuestro tiempo, nunca hubo otro como él. Mendocita alegró nuestras tardes y alumbró las noches de nuestra adolescencia y juventud.

Desde su aparición en el firmamento profesional cuando solo tenía quince años de edad, hasta su inolvidable gol contra Colombia en un Premundial en estadio Olímpico, siempre fue nuestro ídolo, el jugador a quien seguir, porque en sus botines, en su genio, iba mucho de nosotros. Luis nos representó en aquellos campeonatos de colonias, cuando ver a un criollo en el campo de juego era como encontrarse con el eslabón perdido.

Pero Mendoza se sobrepuso, siempre quiso ser Mendoza y vanguardia de aquel fútbol de mucho ardor y gradas llenas…

Luis Mendoza asombró en el Banco Agrícola y Pecuario en su debut quinceañero, en el Deportivo Italia, en el Galicia, en el Estudiantes de Mérida, en el Portuguesa, en el Caracas, y especialmente, en la selección VInotinto. Cuando Venezuela enfrentó a Brasil por primera vez, en 1969 en el Olímpico, él estaba ahí, dejando el alma por el país. Fue con el seleccionado a Río de Janeiro para enfrentar a los monstruos verdiamarillos, y fue tal su actuación, su despliegue, que allá editaron un disco que hablaba de la clasificación de Brasil al Mundial de México 70, y en la portada del disco estaban Pelé, José Luis Zarzalejo, defensor venezolano, y Luis Mendoza, atento a los sortilegios mágicos de “O Rei”…

Recordamos su carácter en los campos, su pie firme, su calidad de jugador único, pero también su lucha por un mundo mejor: “No puedo ver una injusticia”, decía siempre, y seguía sin detenerse los dictados de su conciencia. Bravo, agitador de sus compañeros, lo vimos subir a la tribuna del Olímpico a pelear con aficionados que le gritaban improperios a su equipo, por entonces el Galicia, y lo vimos también, en santa paz, atender un restaurant que había montado en Sabana Grande con Vito Fasano, su pana del Italia y de la selección.

Se no ha ido Luis Mendoza, y con él también ha partido una capítulo creciente de la historia del fútbol venezolano de cada día. Hoy, en retrospectiva, miramos el retablo del fútbol de cada día, y vemos, en las brumas de la vida, a Luis Mendoza festejando cada conquista de la Vinotinto, cada partido de la Vinotinto. Él no estaba, pero fue como si estuviera. El espíritu de su grandeza acompaña a cada jugador, porque a ellos alguien les abrió el camino. Y ese alguien tiene nombre: se llama Luis Mendoza, Mendocita.

Nos vemos por ahí.

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