Si estoy a dieta, ¿puedo tomar leche entera?

Si estoy a dieta, ¿puedo tomar leche entera?

Los españoles lo tienen claro: prefieren la leche semidesnatada sobre cualquier otra opción. Así lo revelaba el Ministerio de Agricultura, Pesca, Alimentación y Medioambiente en 2016: el 46% de todos los cartones vendidos eran de este tipo. El resto se repartía entre un 25% y un 29% en entera y desnatada, respectivamente. Resulta evidente que la menos reclamada es la que más estigmas ha ido levantando a lo largo del tiempo. Tal es así que las propias guías nutricionales aconsejan no tomarla con asiduidad. Uno de los principales motivos del descenso de su consumo es la obsesión por mantener el peso a raya. Aunque lo que disparó todas las alarmas fue la idea lanzada por la comunidad científica de que era uno de los alimentos causantes de las afecciones cardiovasculares asociadas con el colesterol. Sin embargo, varios estudios internacionales han puesto en tela de juicio ese consejo. Especialmente, cuando se está a dieta.

A pesar de que tradicionalmente se ha aconsejado optar por las variedades de lácteos desnatados cuando se sigue un régimen de pérdida de peso, un estudio publicado por la Sociedad Americana de Nutrición parece ir en contra de esta pauta. “Ésta se centra en la cantidad de calorías y grasa sin tener en cuenta otros aspectos como el alimento en su conjunto o la saciedad”, explica Beatriz Robles, nutricionista, tecnóloga de alimentos y uno de los tres autores de la “Guía de los Bulos en Alimentación” elaborada por el Instituto #SaludSinBulos. Junto a Pablo Ojeda, dietista, y Gemma del Caño, farmacéutica, desmonta los principales bulos que rondan en torno a la alimentación. Investigaciones como el metaanálisis “The relationship between hgh-fat dairy consumption and obesity, cardiovascular and metabolic disease” encuentran una inversa relación entre el consumo de lácteos enteros y obesidad. Además, ha abierto la puerta a que se revise esta recomendación”. De esta forma, tienen que tenerse en cuenta varios factores: preferencias del paciente, cantidad y calidad de las anternativas desnatadas.

“Respecto a esto último”, añade Robles, “si hablamos de leche, la desnatada se diferencia de la entera fundamentalmente en el contenido de grasa (aunque en el proceso de desnatado se pierden algunas vitaminas liposolubles, éstas se añaden posteriormente). Sin embargo, en el mercado podemos encontrar numerosos productos lácteos desnatados cuya composición y valor nutricional es significativamente peor que el de sus homólogos enteros”. Incluso se pone en cuestión que sean más efectivas a la hora de perder peso. Un argumento es que al ser más ligeras, tiene un menor efecto saciante, por lo que se acaba comiendo más. “En numerosas leches fermentadas y yogures, las propiedades sensoriales deseables que se pierden al eliminar la grasa se compensan incluyendo otros ingredientes como azúcares, almidones, gelatina… que, siendo por supuesto absolutamente seguros, hacen que el producto sea nutricionalmente menos interesante (menos cantidad de nutrientes, más azúcares libres, menor capacidad saciante…)”.

Source: A tu salud