«UCI 2.0»: las nuevas herramientas elevan la seguridad del paciente

«UCI 2.0»: las nuevas herramientas elevan la seguridad del paciente

Las unidades de cuidados intensivos son el espacio de los hospitales que acogen al paciente en un estado de salud crítico, en un momento en el que se debate entre la vida y la muerte, en la mayoría de los casos. Afortunadamente, cada vez son más los pacientes que sobreviven a su estancia en las UCI y un porcentaje significativo se convertirán en enfermos crónicos. Aunque la evidencia científica sobre la influencia del entorno en la recuperación del paciente crítico sea escasa, lo cierto es que existen estudios que asocian el deterioro de la persona a la falta del aporte de luz natural necesario para mantener el ciclo circadiano de los individuos. La pérdida de la noción de día, noche, hora… aliada al exceso de ruido en la UCI puede producir delirio. Así lo ha comentado Josep M. Nicolás, del Clínic de Barcelona, en el el marco de la LIV edición del Congreso Nacional del a Sociedad Española de Medicina Intensiva, Crítica y Unidades Coronarias (Semicyuc): «En el hospital, se está trabajando para que el diseño del entorno de UCI mejore la experiencia y confort del paciente, a la vez que afinar sistemas que garanticen la seguridad clínica y prevengan de la transmisión de infecciones».

Desde la creación de la primera unidad en España, en el año 1966, la Medicina Intensiva ha trabajado de manera continua en la mejora de la calidad asistencial y en la implementación de protocolos y herramientas que ayudasen a que la estancia del paciente crítico fuese lo más óptima posible. En la actualidad, se abordan estas unidades como lugares en las que la eficiencia médica confluye con la innovación y la inteligencia artificial. «El intensivista puede hacer mejores diagnósticos mediante la información de diferentes proveedores: sistemas de monitorización, laboratorio, etc. Ahora estos datos pueden integrase y presentarse en forma de información útil para la toma de decisiones», comenta el recién nombrado presidente de Semicyuc, Ricard Ferrer Roca.

Interconectados

Las UCI cada vez disponen de más capacidad para conectar todos los dispositivos a sistemas de información, de almacenar estos datos y realizar análisis que permitan tomar decisiones más ágiles y correctas. El «big data» es otra fuente de conocimiento que permite analizar aspectos de diagnóstico y tratamiento del paciente crítico que con observaciones diarias es imposible saber. La inteligencia artificial, ahora en una fase inicial, llegará a estas unidades como a muchos otros ámbitos y ayudará a que los intensivistas puedan trabajar ofreciendo soluciones de mejor calidad y permitirá una atención al paciente crítico mucho más eficiente. El presidente de la Semicyuc también es el jefe de Servicio de Medicina Interna del Vall D’Hebrón, que junto con el Clínic de Barcelona, lideran los mejores proyectos en marcha de unidades de nueva generación de cuidados intensivos.

Por ejemplo, en el Vall D’Hebrón ya han medido el impacto de colocarse a la vanguardia y desarrollar una «UCI 2.0». «La unidad está dividida en tres sectores y tiene 56 habitaciones. La principal novedad es que, por primera vez en España, se incorpora un sistema inteligente que integra a todos los dispositivos de la unidad para mejorar el monitoreo y la seguridad de los pacientes», cuenta Ferrer.

Además, se evoluciona hacia una automatización del soporte del paciente crítico que trabajará en favor de la calidad asistencial. A este respecto, Ferrer comenta que «aunque actualmente no está automatizada, es posible que en el futuro las dosis de algunos fármacos endovenosos se ajusten automáticamente a las necesidades del paciente. Ya existen respiradores que ajustan la terapia según las necesidades del paciente y es una evolución que veremos en otros equipamientos».

Información útil

Uno de los pilares que hace todo esto posible es la mejor gestión de los datos que se recogen en las UCI y alimentarán a estos sistemas que tienen capacidad de aprender solos, por lo que se pueden convertir en una herramienta de trabajo muy potente. «Todos los dispositivos tienen conectividad a los sistemas de información, a la monitorización de cabecera, para poder llevar las alarmas cerca del profesional, y a un servidor de big data», explica Ferrer. Este servidor alimenta el Smart Display que informa de la situación clínica de todos los pacientes de la unidad.

En este sentido, la UCI inteligente del Vall d’Hebron está equipada con la tecnología más avanzada de monitorización y diagnóstico centralizando en una herramienta denominada «Smart Display», que aúna todos los datos generados. Desde la implantación del programa, pionero en España en una unidad de cuidados intensivos, se ha incrementado la seguridad del paciente y ha facilitado el flujo de trabajo entre los profesionales.

Así, el «Smart Display» no es exclusivamente para la recogida de datos y monitorización del paciente, sino que va unido al «Smart Builiding», una herramienta que controla el edificio de la UCI. La domótica colabora en la atención a los pacientes: «Por ejemplo, cuando se activa un Código Azul (los equipamientos médicos detectan un paro cardiaco), el ‘‘Smart Building’’ enciende una luz azul ante el box, se activa la iluminación de trabajo y se abren las puertas del box». Como remarca Ferrer, «de este modo, la UCI se ha diseñado para aprender gracias a la experiencia y la tarea de los profesionales. Esto permitirá mejorar la gestión, tomar mejores decisiones, y ser más eficaces en la atención a los pacientes». Todo ello se traduce en que la información médica recogida facilita la toma de decisiones de los médicos. La monitorización incluye los controles de diálisis y de los sistemas arteriales y cardíacos. «En función de cómo esté programado, lo vemos todo en tiempo real en la pantalla. Las alarmas son inmediatas», añade Ferrer. Y destaca que «tenemos toda la información de los pacientes en una única pantalla 4K en la que de un vistazo los responsables ven en todo momento cómo está cada paciente».

Diseño óptimo

El delirio afecta a las capacidades mentales del paciente ya que produce un pensamiento confuso y una menor conciencia del entorno, ocurre en el 30% a 80% de todos los pacientes en UCI, lo que la convierte en la forma más común de disfunción cognitiva en la medicina de cuidados intensivos. Para evitar esto, en el Vall d’Hebron, la luz del servicio cuenta con más de 38.000 tonalidades para mantener los ritmos circadianos del paciente.

Otro de los temas en los que ya se están trabajando en estas UCI de última tecnología es el buen uso de las alarmas. «Las UCI del futuro deberían ser capaces de limitar el número de alarmas mediante el filtrado de aquellas que son innecesarias y llevarlas al punto donde el profesional se encuentra, idealmente alejado del paciente para no generarle molestia. También esto evitaría la fatiga de alarmas en el profesional», apunta al respecto el vicepresidente de la Semicyuc.Aunque cada vez existen más UCI dotadas de conectividad, hay cosas que no van a cambiar: «Querría destacar lo que no va a modificar: los profesionales van a estar al lado del paciente dándole la mejor atención médica y humana. Dispondrán de más tiempo para estas actividades, pero la tecnología al servicio de la medicina intensiva, no anulará la calidad del médico intensivista, simplemente ayudará a mejorarla», concluye Ferrer.

Mejoras posibles

Sin embargo, la interoperabilidad de los sistemas se mantiene como un obstáculo que impide avanzar a mayor velocidad y, por ello, aún hay un largo camino a recorrer. Aun así, Nicolás explica que «la UCI inteligente requerirá de una conectividad e interoperatibilidad completa, no sólo de los dispositivos médicos sino también del entorno del paciente, con la recogida y análisis de datos en tiempo real, lo que nos permitirá avanzar hacia una medicina más predictiva». Este es el reto: sistemas que sean capaces de comunicarse entre sí para convertir los datos en valor y romper los silos en la atención sanitaria.

Source: A tu salud