Ni chancla ni tacón alto, lo mejor para los pies es la cuña

Ni chancla ni tacón alto, lo mejor para los pies es la cuña

Emplear un buen calzado resulta fundamental para garantizar la salud de nuestros pies. El problema es que no siempre tenemos en cuenta este hecho, bien por cuestiones de moda o por la comodidad que nos aporta. Es lo que sucede en estas fechas con las populares y socorridas chanclas cuyo uso abusivo, sin embargo, pueden acarrear riesgos para nuestros pies.

Así, abusar de este calzado o de zapatos planos –bailarinas, merceditas, etc.– puede ocasionar fascitis plantar, una inflamación y degeneración de toda la fascia compuesta por tejido conectivo que va desde el hueso del talón hasta los dedos. Estas estructuras de las plantas de los pies desarrollan una importante función biomecánica, ya que ayudan a la musculatura a mantener el arco plantar, absorber y transmitir la energía durante el movimiento al resto de la musculatura del miembro inferior. Esta dolencia suele corregirse con una combinación de masaje deportivo y ejercicios diarios.

Pero no es el único problema, ya que utilizando chanclas el apoyo al puente del pie es limitado, lo que con su uso frecuente puede causar a quien las calza, molestos dolores de espalda, cadera o rodilla. Por otra parte, la nula sujeción que aportan puede producir lesiones como, por ejemplo, esguince de tobillo, y excederse en su uso causar abrasiones en las plantas y en los dedos, rozaduras, ampollas... Además, al estar el pie totalmente expuesto al sol hace que nos lo podamos quemar con mucha facilidad si las llevamos un gran número de horas.

«En Murcia se utiliza mucho la chancla; y entiendo que es por el calor, pero no es un elemento bueno para cuidar el pie. Está bien para la piscina o la playa, pero no para utilizarla de forma habitual. Un buen zapato y una previsión pueden evitar muchas lesiones. Para ello se pueden realizar estudios biomecánicos con un podólogo que oriente sobre el tipo de calzado e incluso de calcetín que se debe usar para evitar lesiones posteriores», asegura el presidente de la Asociación Española de Cirugía Podológica (AECP) y catedrático de Cirugía Podológica de la Universidad Católica de Murcia, Joaquín Óscar Izquierdo.

Y es que, apunta, los problemas en pie y tobillo afectan a un amplio espectro de la población, «pero a partir de los 40 años las deformidades se van produciendo con mayor frecuencia, sobre todo en las mujeres, porque utilizan zapatos más estrechos, por eso prácticamente el 80% de las mujeres padece de problemas en los pies por culpa de no emplear los adecuados», asegura el experto, que advierte de que ésto puede producir deformidades en el pie si no se trata correctamente.

Junto a esto, es conocido que los zapatos con tacón y punta estrecha pueden ser causa de callos o juanetes, pero, lo más importante, además puede afectar a la estructura y calidad ósea de los pies, lo que deriva en patologías irreversibles.

Así, el abuso de este tipo de calzado puede provocar artrosis en las articulaciones de los miembros inferiores, por lo que es aconsejable emplearlos esporádicamente y optar por otro que respete la salud del pie. «Hay que tener en cuenta que los tacones altos, los que tienen más de cuatro centímetros, generan una mayor carga y mayor presión en la articulación del antepie y las rodillas. Y es precisamente esta sobrecarga la que, cuando se realiza de forma continuada, puede generar un mayor desgaste de las articulaciones y propiciar la aparición de artrosis», destaca Maite García, presidenta del Ilustre Colegio Oficial de Podólogos de la Comunidad Valenciana (Icopcv).

Esto sucede porque al utilizar zapatos que tienen una altura mayor a tres centímetros el peso del cuerpo tiende a desplazarse hacia delante, por lo que el impacto y la sobrecarga se incrementarán en función del aumento de la altura del tacón afectando principalmente a rodillas, articulaciones metatarsofalángicas y los dedos de los pies. «El daño en los huesos vendrá determinado tanto por la altura del tacón como por la cantidad de tiempo que se utilice. Lógicamente, a menor uso, menor riesgo de que se desarrolle una artrosis. No obstante, también nos encontramos a muchas personas que, por haber abusado de ellos, ha provocado un acortamiento del tendón de Aquiles y de la musculatura posterior de la pierna y esto puede generar muchos problemas a la hora de caminar así como incrementar las contracturas en el aparato locomotor», afirma García.

El zapato perfecto

Por ello desde el Icopcv se resalta que lo más saludable es optar por zapatos con algo de cuña o una pequeña plataforma, que reduzcan la inclinación del pie. Éstas ayudan a distribuir las sobrecargas que en tacones de aguja se centran en un punto concreto y, por ello, se tiene una sensación de más comodidad cuando se lleva este tipo de calzado. También es importante que éstos cuenten con sujeción trasera para evitar torceduras derivadas de la falta de control en el movimiento al caminar.

Source: A tu salud